viernes, 24 de octubre de 2008

Hernán Cortés, vitaminas y una catarsis personal

El año pasado me indicaron que tomara aminoácidos para frenar la caída de cabello y estimular el crecimiento (el del cabello, no el mío). Al mes de ingerir religiosamente las pastillas anaranjadas volví a la dermatóloga quejándome porque no pasaba nada. Ella me explicó que era un proceso lento de asimilación de vitaminas y vaya uno a saber qué cosas más, que debía continuar la medicación por tres meses y que con el tiempo vería los resultados.
Un buen día, casi mágicamente, noté que era dueña de una especie de cabellera supernumeraria de la mitad del largo de la original. Las asquerosas pastillitas lo habían logrado, era cuestión de paciencia, nomás.

Hice terapia durante un tiempo en el que no estaba segura de obtener grandes resultados. Me parecía que estaba conociendo algunos aspectos de mí misma que no me enorgullecían sin lograr modificarlos. Ya terminada la terapia y pasado el tiempo, empecé a notarme diferente. Casi mágicamente, de un día para el otro, me descubrí despojada de viejos rencores que carcomían algunos minutos de cada día que vivía y supe de mí misma que no estaba dispuesta a atesorarme ninguno nuevo. Me encontré gozando de una, para mí, novedosa actitud ególatra: buscando mi propio bien mediante el recurso de mantenerme indiferente a algunas conductas ajenas que no me lo proporcionaran, en el caso de que no me perjudicaran directamente. Comencé a sentirme mucho mejor, de golpe, como si las vitaminas a mi conducta estuvieran por fin produciendo efecto.

Las relaciones humanas tienen más matices que la caída de cabello y parecen a simple vista infinitamente más complicadas. Sin embargo, un buen día, casi mágicamente, tuve la certeza de que hacía rato que algo me hacía sentir muy mal, que mi intento de lucidez expresiva ya no obtenía resultados, que estaba cansada de tanto ruido y tan pocas nueces y que la paciencia se me había terminado. Entonces lo vi claramente y con una enorme tristeza que todavía me quema el alma, y a pesar de declaraciones idénticas a todas las obtenidas en anteriores reclamos, quemé las naves.
No estoy feliz, pero estoy tranquila con mi conciencia, con mi dignidad y conmigo.

21 comentarios:

Yoni Bigud dijo...

Y la tranquilidad de conciencia es más importante que la felicidad, porque al menos sabemos bien qué es.
Yo sé lo que es estar tranquilo, pero no sé lo que es estar feliz.

En cuanto a las relaciones humanas, en algún punto se parecen al asunto del pelo. No es bueno que se caigan.

Un saludo.

no tan iguales dijo...

Yoni: la primera frase es de una claridad maravillosa, te lo juro. Me has hecho feliz por un ratito, aunque no sepa definir ese estado ni por aproximación.

Anónimo dijo...

Encontrarse en paz con su conciencia, es una recompensa que no se adquiere en negocio alguno.

El cabello podrá caerse... y como en su caso, recuperarse a costa no solo de pastillitas milagrosas, sino de estar tranquila con su conciencia, con su dignidad y con usté...

Recuerde ponerse, en la lista de prioridades, bien al tope!!

Besotes y candor!!!

Anónimo dijo...

Los hombres casi siempre hacemos declaraciones idénticas a todas las obtenidas en anteriores reclamos. En el fondo, creo que no entendemos el reclamo, no?

Es muy bueno tomar las medidas necesarias para vivir dignamente. Uno sabe desde mucho tiempo antes lo que debe hacer, pero a veces siente miedo, y elige vivir la vida que no le corresponde.

Creo, yo que se.

Stella dijo...

La felicidad va y viene. Es de culo inquieto. ¡No hay caso! Por mas que uno la busque, y busque, la doña es escurridiza.
Igualmente creo que estar tranquila con la propia conciencia, con la dignidad y con una misma, se le parece bastante!

Besos :)

Estrella dijo...

A veces es la única manera de seguir en pie. Es como levantar los dados y volver a dar. Nadie tiene la felicidad asegurada, como dice stella, pero sí podemos tener, a cierta altura de la vida, la capacidad de no dejarnos arrastrar por la corriente. Es un esfuerzo, pero es necesario.
Saludos y besos!!

unServidor dijo...

Me alegra por vos ese don que tenés de descubrir que, la planta que hoy crece, es aquella que -meses atrás- sembrabas casi descreída.
Un beso.

Lirium*Lilia dijo...

Y quizás luego de esta tranquilidad aparezca la felicidad. En tanto espero disfrutes de ese equilibrio que trae el plantarse y no dejarse llevar así como así.
Un beso y buen finde.

Fabiana dijo...

No hay nada mejor que la conciencia tranquila.

Mientras te leía, recordaba que casi tenemos la misma edad. Y yo siempre cuento (y escribo) que a esta altura ya hay cosas que no me banco y no hago mucho esfuerzo por ocultar mi malestar.
Creo que mi cabeza hizo un clik y a partir de él, decidí hacerme a un lado de todo (y todos) lo que me molesta. Mal que les pese a muchos.
No tengo cargo de conciencia y me siento mucho menos tensa.

¿Definitivamente será cosa de la edad?

Claude dijo...

Este post es de los que me gustan a mí, ésos que se leen fácilmente sin importar que sean largos (no digo que éste lo sea). Todavía no logro precisar si se trata del interés (o la sugestión, ya que a veces no entendemos bien) del tema, o de la redacción concisa y veloz. Al último párrafo le falta una información.

Unknown dijo...

Si te hacía caer el pelo, esa relación te estaba afectando más de lo que pensabas.
Hay decisiones que una toma(tengo 10 años más que vos) que al principio duelen, pero que suelen ser las decisiones que te dan integridad.
Estuve madurando la respuesta, pero me parece que no pude transmitir todo lo que siento.

Little Butterfly dijo...

Qué post Notan!, me caló en los huesos las frases que escribiste.

Es muy difícil asumir la inevitabilidad de un suceso y poder aún así, tomar una decisión.
Hay gente que tarda una vida en tomar las riendas de la situación, otros no lo hacen nunca, otros son valientes y valiosos, como vos.

Espero que estés muy bien, te mando un beso grande.

Anónimo dijo...

Directo al corazón.

AAA

no tan iguales dijo...

Candorosa: cierto, no se compra: se suda!

F. Guerra: "elige vivir la vida que no le corresponde" me parece un concepto genial.

Stella: creo que sí se le parece: es una forma de estar feliz.

Estrella: "no dejarse arrastrar por la corriente", muy cierto.

Unser: así es, al final era una cuestión de fe.

De lirium: mi dignidad lo disfruta, sí.

Fabiana: ¿será que maduramos? Es posible. Era hora.

Claude: me alegra que lo hayas disfrutado. ¿Qué información le falta al último en especial?

Creeiwden: sí lograste transmitir algo que valoro, hablando de integridad.

Little: supongo que sí soy valiente. Y duele, pero pasará.

Anónimo: no sé. Directo desde el mío, seguro.

GRACIAS A TODOS. HAN CONTRIBUIDO A QUE ME SIENTA MEJOR.

Bugman dijo...

Esto también pasará.

Rapote dijo...

Cuando el agua está en movimiento no se ve el fondo. Pero cuando se calma, sí.

Y "quemar las naves" suele ser reconfortante para muchos (me incluyo).

Saludos,
;) Rapote

Victor dijo...

Lindo texto, si.

Volveré con menos sueño.


Saludos

Ni buena ni mala... dijo...

Una ves le dije que usted estaba "comadamente incomada", parece que decidió incomodarse, pero esa incomodidad es pasajera.
La separación es un acto de gran valentia para salir de esa situación de "comodamente incomoda".

Mensajero dijo...

Buena época para quemar las naves.
Para estrenar ropa nueva y tomar sol.
Los anteojos oscuros no solo nos mantienen a resguardo si no que pueden ser muy elegantes.

Emeefe dijo...

Notaniguales, después de leer este post que me atrapó de principio a fin, no puedo pensar otra cosa que lo que te pasó es algo bueno, pase lo que pase despues. Te deseo buenas cosas para vos...y para tu pelo!

Victor dijo...

Hola NTI, me gustó tu post. Lo leí hace unos dias. Gracias por pasar y acompañarme en esta batalla contra la desdicha. Saludos