viernes, 31 de agosto de 2007

Besitos para todos!

No me molesta para nada la costumbre que tiene mucha gente de dar un beso hasta al más mínimo desconocido cada vez que entra en un lugar. Acepto el beso que viene de un compañero, de alguien a quien conozco, hasta acepto estoicamente que algún que otro tipo que pasa esporádicamente por mi oficina a traer algún papel me agarre del hombro y me atraiga hacia sí con el sólo fin del cheek to cheek.
Lo que me irrita es que, por negarme a hacerlo, soy tratada de maleducada.
Por lo general son las mujeres las que tienden a ponerle la cara y decir "muáa" a cualquier conocido que se encuentre, pero a mí me lo reprocha un amigo hombre que dista todo lo que se puede distar de ser afeminado (salvo quizás por una clara aversión a la sangre, pero eso es para otro post).
Ahora bien, algunas consideraciones: el conocido en cuestión al que uno se ve en la obligación de besuquear suele ser alguien que uno se encuentra por la calle. En ese caso cabe el besito si es que uno se va a parar a charlar un rato. También sucede si uno asiste a una reunión en una casa ajena: me suena bastante lógico saludar personalmente con roce cachetáreo. Pero no me vengan con el argumento de que a cualquier persona que uno conoce lo tiene que besar. En mi barrio conozco mucha gente: al verdulero de enfrente, que se llama David, a su madre Ramona, al farmacéutico Ariel, al cerrajero...ah, cierto, no conozco su nombre, pero con mi hija solemos llamarlo "señor nazi". Y no se me ocurriría darle un beso a ninguno de ellos.
Cuando uno entra todos los santos días al mismo trabajo y se encuentra exactamente a la misma gente no veo la necesidad de frotar el rubor en polvo de mis mejillas contra las mejillas de otro, que en algunos casos suelen estar pegoteadas de diferentes pegotes, a saber: maquillajes en crema (los odio), grasita natural de las personas, perfumes dulces que no me gustan y otras yerbas. Bah, en realidad yerba no, no he visto nunca tal aberración.
Sépanlo, señoras y señores: los quiero igual aunque no les dé un beso cada mañana (a algunos, tampoco es que muero de amor por el mundo todo). Pero aunque soy tolerante y acepto apretujones ajenos, no estoy dispuesta a hacer lo mismo. Me parece, por lo general, una actitud de fallutería femenina de las que me joden soberanamente. Sí estoy dispuesta a decir un "Buenos días" en voz clara y argentina, lo suficientemente fuerte para que sea oído desde todos y cada uno de los rincones de la habitación en cuestión.
He dicho.

miércoles, 29 de agosto de 2007

¿Sos donante?

Una chica de 15 años murió esta mañana en el hospital Garrahan esperando un hígado que le salvara la vida. El órgano de un muerto, que al tenedor original ya no le servía, pero que sin embargo, no se atrevió a regalar post mortem. O no se atrevió su familia, ya que los familiares están habilitados a no autorizar la ablación aunque el occiso hubiera manifestado su voluntad de donar.
En nuestro país hay más de 5000 enfermos esperando que les regalemos lo que ya no vamos a usar. Existen, afortunadamente, millones de donantes, pero las condiciones son tan complejas que sólo 5 de cada mil donaciones se convierten en trasplante, de manera que a más voluntades, más probabilidades. Por el momento la cantidad de órganos resulta insuficiente y me da la sensación de que hay pocas campañas de promoción sobre el tema.
La mayoría de las religiones aceptan esta práctica como una forma suprema de solidaridad y amor por el otro. Las familias deberían discutir en vida acerca de la posibilidad de donar, interiorizarse de los deseos de los distintos integrantes e informarse sobre la realidad para así poder desterrar los mitos y prejuicios que impiden que se tome la determinación. Si conocemos la voluntad de nuestros seres queridos será más difícil negarse a salvar una vida una vez que nuestro familiar haya muerto. Porque la palabra es ésa, muerto, y la verdad es que todos vamos a morir.
Una persona es bastante más que la suma de sus órganos. Que resultemos útiles o no después de muertos depende de nosotros. Yo, por mi parte, quisiera no volver a escuchar que otra Brenda murió esperando.

jueves, 23 de agosto de 2007

Señor Tachero

Harta de esperar en una esquina de la calle Corrientes a que alguno viniera vacío, y después de casi meterme en uno que me paró delante y en el que cómodamente venían apoltronadas dos viejas que me miraron escandalizadas como si estuviera por asaltarlas, subí a un taxi que ya de lejos parecía sucio. Llevaba mi ya por demás pesada cartera, uno de mis abrigos en la mano (porque hoy también le pifiaron al pronóstico y sí hizo calor, no como ayer que se me congeló hasta el vestido finito aguardando los anunciados 20 grados), una bolsa enorme con un regalo y una bolsa de supermercado llena de galletitas de esas que al más mínimo contacto con otro elemento sólido se convierten en miguitas.
Me metí como pude en el 504 con asiento bajito por el exceso de uso y al toque mi olfato comprobó que la vista no me había engañado: olía como el zoológico, zona elefantes, pero un poco más ácido. Venía de un día de mierda, de un trabajo que otrora me encantaba y que por obra y gracia de algún jefe se ha convertido en un letargo insoportable donde no pasa nada -y que de todos modos no voy a dejar porque tengo esperanzas de que vuelva a ser lo que fue, porque me proporciona un sueldo más que digno y porque a los 40 estoy grande para empezar cualquier otra cosa que me guste-, de una discusión con alguien a quien quiero y cargaba un dolor de cintura matador que se me representa como si te estuvieran clavando la famosa peridural que no he tenido el gusto de conocer, pero que sospecho debe doler como la gran puta.
A mi "Buenas tardes" el señor tachero me contestó "Qué hacés", lo cual ya me dio mala espina de confianzudo, pero que después matizó con un amable "¿Podés con todo? Te cierro la puerta" que calmó la ansiedad que comenzaba a subir lentamente desde mi estómago.
Después de darle la dirección hundí la cara en mi celular para contestar un mensaje de texto y fue en ese momento cuando el señor comenzó su disertación: recién me crucé, así de auto a auto, viste, con un muchacho amigo, Cacho, que está en tal empresa de radio taxis, pero lo están matando, viste, paga 180 pesos por día y no es cuestión, así no puede vivir uno, qué esperan ésos, que uno les trabaje gratis, en cambio yo acá pago 120, tá bien que mi auto es más chico, él tiene uno de esos Volkswagen tipo lancha, viste, no te acordás de cómo se llaman? ése grande, largo, ¿cómo era? bué no importa, total que le aconsejé a Cacho que se venga para acá, viste, son buena gente, y ya lo llamé a Alejandro, recién lo llamé, mirá, justito antes de que te subieras, qué casualidad, lo llamé a Alejandro, el gerente es, Alejandro, y le dije: mirá que te va a llamar Cacho a ver si lo pueden tomar, porque donde está lo están matando, 180 pesos por día le cobran, no es cuestión, viste, y me dijo, Alejandro, que sí, que Cacho lo llame a la casa de parte mía, que no hay ningún problema, pero lo único, eso sí, que lo llame después de las 10, porque antes no llega a la casa, pobre, la verdad que trabaja un montón, y tres nenas tiene, y así que ahora lo tengo que volver a llamar a Cacho para avisarle, porque acá son 120 de lunes a viernes, 100 los sábados y los domingos y feriados te quedan para vos, viste, es otra cosa, y mirá vos, qué boludo, ahora me doy cuenta de que no le pregunté a Alejandro el teléfono de la casa porque se mudó hace poquito y yo lo llamé al celular y no lo sé el de la casa nueva, bué, no importa, ahora lo llamo de nuevo y le pregunto, así le aviso a Cacho y qué me decís? ah! en ésa teníamos que doblar? bué no importa, ahora agarro la paralela que aparte está menos cargada, viste, menos bondis, mirá vos, así charlando charlando ya llegamos, hicimos rápido, no? siete con cincuenta, más chico no tendrías? es un problema esto del cambio, chau, que termines bien el día.
Creí que con cruzar la calle y absorber un poco de aire fresco me iba a reponer del calor interno, del creciente dolor de cabeza y de los dos "mmh" y el "ah" que, por amabilidad, me había visto obligada a contestar, pero me esperaba otra sorpresa: estaban arreglando el ascensor.
Noventa y seis escalones después abrí la puerta de mi hogar y me encontré con cuatro adolescentes estudiando química en mi cocina, así que, una vez recuperado el aliento, besito a cada uno y a encerrarme a escribir estas líneas, por fin a solas y en silencio y, ahora sí, con las lágrimas a flor de ojo.

miércoles, 22 de agosto de 2007

Tú también, Roberto

Roberto Lavagna anunció hoy que, en caso de acceder a la presidencia, su jefe de gabinete será mujer. Punto. Chau. C'est fini. Ésa es toda la noticia. No hay nada más para decir. Tengo la ligera sensación de que falta algo, pero hasta ahí lo que leí.
Me dan tantas ganas de gritar ¿QUIÉN VA A SEEER? ¿Será posible que este hombre que parece tan serio también ande queriendo captar el voto rimmel con estas estupideces? Es que no está hablando de su futura secretaria privada sino de un cargo que eventualmente condicionará la vida política del país por 4 años, a ver si llegado el caso te enchufa una ex diputada cavallista... Ah, me apuntan que eso ya sucedió.
Quiero una ley para que todos los candidatos sean obligados a presentar a su futuro gabinete, de manera que les quede menos margen para las sorpresas, no sea cosa que nos pase lo que les pasó en el 89 a los votantes comunes de Menem cuando vieron jurar a los primeros ministros de Economía.
Ley de Gabinete Transparente YA.

domingo, 19 de agosto de 2007

UBA ¿XXI?

Ayer tuve oportunidad de visitar por primera vez la exposición educativa que anualmente se realiza en uno de los salones de la Rural. Por si no la conocen, está dirigida a estudiantes secundarios ya que muestra la oferta de carreras terciarias y universitarias.
No sin asombro pude comprobar que, a golpe de vista, por lo menos la mitad de los adolescentes estaban acompañados por sus padres, lo que me abrió una luz de esperanza respecto del interés de los adultos en el futuro de sus hijos (recuérdenme contarles una anécdota).
Había stands de universidades privadas y públicas, de institutos terciarios, de escuelas militares, todo muy variado y en general con buena información y predisposición por parte de los expositores.
Al rato, ya cargadas con una buena cantidad de folletos explicativos que amablemente le habían dado a mi hija en bolsitas plásticas impresas y, hartas de chocar gente (estaba lleno a tope), nos pusimos a buscar el broche final de lo que mi hija quería ver: el stand de la Universidad de Buenos Aires, facultad de Ingeniería -si fuera posible tal especificación.
La sorpresa que me llevé: no es que nos costó encontrarlo porque mamita es miope y petisa. Era el stand peor ubicado de toda la muestra, el más berreta, el menos llamativo, el único que parecía estar totalmente fuera de lugar, uno de los pocos atendido por sólo dos personas (y bastante desprolijas) y encima era un quilombo de gente. Mi vástaga le puso garra y estuvo metida en el genterío durante veinte minutos para conseguir la siguiente información: Pregunta: "¿Tendrías una lista de carreras en Ingeniería?". Respuesta: "¿Qué, te interesa la ingeniería?". Silencio pasmado. Insiste la señorita UBA: "No, hay lista de carreras en general pero se me acabaron los folletos".
Conclusión: lo único que pudo llevarse fue una fotocopia de fotocopia cuya información consiste en generalidades apenas legibles y de última te remiten a buscar en internet lo que quieras saber.
Yo mientras tanto, desde afuera, me fijaba en la identificación del stand: una gráfica más o menos prolija al fondo y un afiche colgado ¡con cinta scotch! en un lateral. Eso era todo.
Me pareció deprimente el desinterés de las autoridades de la UBA en captar futuros alumnos. No sé qué clase de país esperamos si la principal universidad del país expone lo que tiene para dar de manera tan triste. En uno de los salones de conferencias de la muestra, noté cuando ya me iba, un afiche anunciaba una charla sobre algo así como "UBA: con historia y hacia el futuro". ¡¡¡Se ve que se olvidaron del presente!!!
Y no es que sólo los expositores privados hubieran invertido en algo digno de ser visto: los stands de la Universidad Nacional de Tres de Febrero (que, confieso, no sabía que existía) y la de San Martín eran impecables, con folletos bien impresos, afiches grandes, un par de pantallas donde se mostraba la localización y los edificios, y con empleados amables que si te veían mirando se acercaban a ofrecerte información.
La que nos espera.
Ah! La anécdota. En una reunión de padres en el colegio escuché que un papá le decía a otro -refiriéndose al registro de firmas en la libreta de comunicaciones que te piden a principio de año- que había registrado una firma fácil, así, cuando quisiera, el hijo podía imitarla solito y sin ayuda.

viernes, 17 de agosto de 2007

¿Educación?

El 27 de julio pasado un grupo de alumnos de una escuela técnica de Rosario tenía una hora libre. Aburridos, quizás, sin control de ningún adulto, seguro, dedicaron el rato a destrozar el mobiliario, haciendo gala de una fuerza física que debería ser empleada con fines más constructivos. Volaban mesas y sillas con una facilidad digna de la furia de Hulk (qué antigua). Uno de ellos con alma de director de documentales filmó el hecho con su celular y después subió el video a la web. Parece que ninguna autoridad escuchó ruidos porque se enteraron tarde.
¿Qué les provoca? A mí en principio me dio rabia, bronca, me despertó instintos de madre golpeadora. Afortunadamente (menos mal que no me dedico a la docencia) esa reacción me duró un segundo y se me transformó en tristeza.
El grado de patetismo de estos pendejos es increíble, pero no sorprende demasiado. Está lleno de ciudadanos de diferentes edades a los que las normas establecidas les importan poco y nada, y ni hablar de la propiedad ajena, privada o pública. Por ejemplo, ya no son noticia los pocos papás de chicos víctimas en Cromagnon que, cagándose en las resoluciones judiciales, dedican sus días no a buscar justicia sino a buscar venganza contra los que ellos consideran culpables.
Tampoco llaman mucho la atención los artículos sobre los problemas en el colegio Carlos Pellegrini que esta semana recrudecieron a causa de otro desacuerdo con el nuevo rector y de la pretendida "democratización educativa".
Esta tarde la sede del gobierno de la Ciudad de Buenos Aires fue tomada por un grupo de alumnos y padres del colegio Mariano Acosta que consideró que esa actitud aceleraría las obras de refacción.
Los alumnos de Rosario fueron sancionados con 15 días de suspensión y 19 amonestaciones. Algunos quedarán libres por sanciones y otros porque están en el límite de faltas (a esta altura del año).
No estoy segura de que suspenderlos sea una medida apropiada. Para aprender a respetar la cosa pública y el espacio de los demás seguramente hay que ir a la escuela. No menos, sino más que antes. Tendrían que concurrir los sábados y no sólo arreglar lo que rompieron por joder, sino construir más bancos para escuelas donde no existan. Si no les cuesta ningún esfuerzo, me parece difícil que aprendan a responsabilizarse por algo.
Es lo que opino desde mi lugar de mamá que procura enseñar responsabilidad y respeto, y a la que alguna vez también le dolió decir un "no" o imponer una sanción a su hija.

miércoles, 15 de agosto de 2007

Mujeres en el poder

Me molestó ligeramente un comentario que hizo Cristina en el lanzamiento de su campaña. "Tendrán que acostumbrarse a las mujeres". Me molestan siempre las referencias al género que hacen casi todas las mujeres políticas argentinas.
Resulta tan habitual en el medio pelo nacional que no sorprende, pero me pregunto: ¿cuál es la necesidad? ¿Acaso pretenden trato preferencial? Es cierto, nadie lo niega, que está lleno de mujeres que -además de trabajar fuera de su casa- barren, cocinan, lavan, planchan, cosen, ayudan con los deberes, aconsejan hijos y un millón de etcéteras que sería largo enumerar. Soy una de ellas, de modo que, lejos de desconocer, sé bien de lo que hablo. (Igual nadie me va a convencer de que la candidata sabe qué detergente rinde por ocho o cómo se plancha una camisa de algodón). Pero las alusiones sexistas se me hacen tan pesadas como las que por siglos la humanidad femenina tuvo que soportar por parte de los varones.
Porque, por si Cris no se enteró, Mary Robinson ya gobernó Irlanda, Margaret Thatcher hizo lo propio en el Reino Unido (no por fea es menos mujer, qué diablos), Indira Gandhi dio su vida por su país; y si apetecen sigo nombrando: Golda Meir, Benazir Butto, Violeta Chamorro, Angela Merkel y la lista continúa e incluye a... (fanfarrias, por favor): María Estela Martínez!!! Acá mismo y no hace tanto, una mujer perteneciente al propio partido que la candidata oficial dice representar ensayó un simulacro de gobierno que terminó como es de dominio público.
Quiero recordárselo a Cristina desde la impunidad que me da haber tenido seis años de vida en el 73 (¡yo no la voté, lo recontrajuro!), porque padece de memoria floja -como casi todos los peronistas.
De modo que a Cristina le digo que los que miramos un poco más allá de nuestro espejito de cartera YA estamos acostumbrados.
Es muy cierto que somos diferentes pero somos todos seres humanos y espero con ansia el momento en que nuestro país sea más civilizado y se juzgue a la gente por sus acciones y no por su sexo.
Y a mis congéneres les doy mi opinión: no se dejen deslumbrar por el afuera, exijan ideas, plataforma, planes de gobierno.
Y otra opinión que me va a acarrear la antipatía de muchas: si no quieren ser tratadas como tilingas, simplemente no actúen como tales.

lunes, 13 de agosto de 2007

Mala suerte para ellos

Existe una conducta humana que he descubierto recientemente y que me resulta espantosa. Es la de calificar de "mufa" a algunas personas. Lo que es más patético es que la percibo en personas que considero instruidas, informadas y hasta con cierta capacidad de análisis acerca del comportamiento.
¿De verdad, seriamente, alguien puede creer que otro ser puede acarrearle una desgracia futura por el sólo hecho de nombrarlo? ¿Es posible que ante la mención de determinado nombre un tipo considere que habrá alejado todo fantasma de ulterior mala suerte porque se toca un huevo? (Para el caso, creo que es el izquierdo, pero he optado por la discreción visual de no mirar adónde va la mano, ya que no por la discreción verbal, puesto que cada vez que veo tamaño disparate vocifero a voz en cuello).
El pensamiento mágico ha sido responsable de muchas desgracias reales a lo largo de la historia de la humanidad. Hoy que el pensamiento científico nos domina, ya nadie cree en las ordalías o en la purificación de los hechiceros mediante el fuego, verdad?
Entonces, el único al que le acarrea una desgracia este tipo de conducta es al pobre sindicado de mufa, que en su vida cotidiana deberá lidiar con la humillación de no ser nombrado por sus congéneres.
Echar a correr un rumor es de lo más fácil, sacárselo de encima, casi imposible. Miente, que algo quedará. Inventa, especula, di cualquier estupidez que se te ocurra. Sólo le habrás arruinado la vida a alguien.

viernes, 10 de agosto de 2007

Apertura

¿Es posible que haya tantas mujeres amargadas porque empezó un nuevo campeonato de fútbol? La publicidad no ayuda, me doy cuenta, parece que una nueva vida acaba de comenzar para los elementos masculinos de una pareja. Lo que no comprendo es por qué genera tanta bronca femenina.
A algunas nos gusta el fútbol y disfrutamos de acompañar a maridos, novios, amantes y etcéteras varios en su sufrimiento o felicidad; hasta disfrutamos de pelearnos cuando nos toca ver partidos en que se enfrentan los equipos de nuestras simpatías.
Pero si no es tu caso, ¿a qué tanto problema? Dejate de joder, si hasta hace diez días estabas harta de tenerlo dando vueltas por la casa preguntando qué comemos. Ahora ¡aprovechá que lo tenés entretenido!
Si el evento deportivo en cuestión se ve en casa te propongo lo siguiente: cuando el horario coincide con la cena, panchos frente al aparato (me refiero al de TV) y a otra cosa. Con una copa de vino -jamás cerveza-. Después de haber depositado amorosamente una bandejita con las salchichas, panes, aderezos y bebida (no olvides las servilletas de papel) tenés dos horas enteras para meterte en la bañera previamente llena, hacerte la máscara facial con la que el tipo nunca deberá verte y sacarte los callitos en más absoluta intimidad. No olvides la prohibición de la cerveza si no querés que el hincha en cuestión entre a interrumpir a cada rato.
Si la cosa es en la cancha agregale depilación, tintura de cabello y decoloración de molestos pelos de antebrazo, bozo y entrecejo. Si te queda tiempo, salida con amigas en igual o peor situación, y el día habrá sido completo.
Y si sos de aquellas que no sólo no putean, sino que además disfrutan de ver el partido juntos, apoltronate a su lado con una bata vieja, medias futboleras y el pelo recogido. Habrás tenido la precaución de ponerte, debajo del atuendo horrible, tu mejor conjunto interior.
Te garantizo que, sea cual fuere el resultado, después de la pitada final la vas a pasar bomba.