miércoles, 5 de noviembre de 2008

Congratulations, Jesse

A muchos les parece simplemente una frivolidad. "¿Qué tiene que el candidato sea negro?", "Ni siquiera es negro, es mulato", "La misma m... con distinto olor" fueron sólo algunas de las frases que escuché por estos días.
Parece que no recordaran que hace escasos cuarenta años la gente negra no podía, al menos en algunas zonas, ni siquiera compartir un transporte público con los wasp. No se acuerdan de Rosa Parks, de Luther King y de tantos inocentes anónimos que murieron porque a otros no les gustaba su color de piel. O lo que es peor: les da lo mismo.

Por mi parte, cuando vi al reverendo Jesse Jackson lagrimeando de emoción ante el triunfo de un mulato sentí que, al menos por un ratito, el mundo había mejorado un poco.

Acabo de cambiar el título, quizás se entienda mejor. Si no, sigue en los comentarios.

viernes, 24 de octubre de 2008

Hernán Cortés, vitaminas y una catarsis personal

El año pasado me indicaron que tomara aminoácidos para frenar la caída de cabello y estimular el crecimiento (el del cabello, no el mío). Al mes de ingerir religiosamente las pastillas anaranjadas volví a la dermatóloga quejándome porque no pasaba nada. Ella me explicó que era un proceso lento de asimilación de vitaminas y vaya uno a saber qué cosas más, que debía continuar la medicación por tres meses y que con el tiempo vería los resultados.
Un buen día, casi mágicamente, noté que era dueña de una especie de cabellera supernumeraria de la mitad del largo de la original. Las asquerosas pastillitas lo habían logrado, era cuestión de paciencia, nomás.

Hice terapia durante un tiempo en el que no estaba segura de obtener grandes resultados. Me parecía que estaba conociendo algunos aspectos de mí misma que no me enorgullecían sin lograr modificarlos. Ya terminada la terapia y pasado el tiempo, empecé a notarme diferente. Casi mágicamente, de un día para el otro, me descubrí despojada de viejos rencores que carcomían algunos minutos de cada día que vivía y supe de mí misma que no estaba dispuesta a atesorarme ninguno nuevo. Me encontré gozando de una, para mí, novedosa actitud ególatra: buscando mi propio bien mediante el recurso de mantenerme indiferente a algunas conductas ajenas que no me lo proporcionaran, en el caso de que no me perjudicaran directamente. Comencé a sentirme mucho mejor, de golpe, como si las vitaminas a mi conducta estuvieran por fin produciendo efecto.

Las relaciones humanas tienen más matices que la caída de cabello y parecen a simple vista infinitamente más complicadas. Sin embargo, un buen día, casi mágicamente, tuve la certeza de que hacía rato que algo me hacía sentir muy mal, que mi intento de lucidez expresiva ya no obtenía resultados, que estaba cansada de tanto ruido y tan pocas nueces y que la paciencia se me había terminado. Entonces lo vi claramente y con una enorme tristeza que todavía me quema el alma, y a pesar de declaraciones idénticas a todas las obtenidas en anteriores reclamos, quemé las naves.
No estoy feliz, pero estoy tranquila con mi conciencia, con mi dignidad y conmigo.

jueves, 16 de octubre de 2008

Facebook

Ya está, me dejé convencer por mi hija y unos amigos y tengo cuenta en Facebook. Que ahora alguien me explique para qué sirve (aunque tengo una leve esperanza de que una amiga que vive lejos acepte al fin mis invitaciones y cuando nazca su bebé se digne a subir sus fotos. Ese día sabré que me resulta de utilidad).
¡Uf, qué moderna soy!

domingo, 7 de septiembre de 2008

Un domingo en paz y mascotas ajenas

Una de las cosas que disfruto de mi temporaria soledad es sentarme en algún bar a tomarme un café y leer el diario tranquila. Las únicas interrupciones que soporto de buen grado son las de algún camarero amable que se acerque a preguntar si necesito algo más y las de mi celular, que de todos modos no respondo si no se trata de mi adorada vástaga, la cual, de más está decir, la está pasando bomba y se conforma con una llamada diaria (y ni falta que harían más) y a la que que debí solicitarle que se limitara a informarme mediante mensajes de texto porque está tan disfónica que no se le entiende ni media palabra.
Esta mañana me desperté más temprano de lo que sería dable para una persona que adolece de juventud. O sea: como los ancianos, me despierto temprano, cosa que hasta hace poco no me sucedía. Aproveché la falta de sueño, me puse linda y me fui a desayunar, bien abrigada, a un barcito al aire libre.
Estaba tranquila y feliz de la vida con mis tostadas y mi café, hasta que tuve que levantar la vista del diario a causa de los ladridos desaforados de un perro enorme que se acercaba amenazadoramente. En el otro extremo de la correa había un dueño, lo que me serenó pero sólo transitoriamente, ya que dueño, amiga/esposa/hija (juro que era una relación indefinible a simple vista) de dueño y perro decidieron sentarse a la mesa contigua, separada de la mía más o menos por un metro de distancia. Se sentaron los tres, literalmente: al bicho lo instalaron en una silla como si nada, y sólo lo liberaron cuando el mozo se acercó a pedirles que lo bajaran.
Aparentemente, el amor que le profesaban al perrazo se les olvidó de golpe, porque el can quedó suelto por ahí, muerto de aburrimiento, y no tuvo mejor ocurrencia que dedicarse a lamer la punta de mis botas estrenadas anteayer. Le pedí amablemente a la señora/señorita que lo retirara un poco de mi persona y me contestó con un estúpido "Aaaayyy, si no hace naaadaaa...".
-Igual, correlo hacia vos, por favor- insistí.
-Mirá, papi- se burló la boba a los gritos sin dejar de mirarme y sin moverse de su silla -¡le tiene miedo al perro!-. El marido/padre/pareja, lejos de condolerse de mi situación, le acariciaba la mano (a ella, no al perro) y me miraba con una media sonrisa moviendo la cabeza de lado a lado como quien expresa "pobrecita, qué tonta".
Si la tenía un poco más cerca la ahorcaba. El bicho ya no chupaba solamente mis botas sino también parte de mi pantalón y yo le tiraba disimuladas pataditas, no por cariño ni por miedo a dañarlo sino más bien por temor a que se enojara y me mordiera. Resolví no ahorcarla y así pasar los días que me quedan de vacaciones en libertad y no en una celda, de modo que con falsa amabilidad facial y acercando mi torso a su persona todo lo que podía con el animal prendido de mi botamanga, en tono bajito le espeté: -Soy alérgica, miedosa e intolerante, así que si tu perro no se me aleja en dos segundos le echo gas pimienta, ¿estamos?-.
Ofendisíma por mi falta de urbanidad, pero afortunadamente silenciosa, se levantó, alzó a su mascota, dijo algo al oído del hombre y se fue. El tipo pagó la cuenta apurado sin dejar de mirarme con cara de condescendencia y desapareció.
Si son clientes habituales y difunden esta historia, me habré convertido en uno de esos personajes psiquiátricos que hay en todos los barrios. Si eso sirve para que los dueños de perros vecinos hagan un esfuerzo por no acercarlos a mí, habrá valido la pena.

viernes, 5 de septiembre de 2008

No he muerto

Mirá vos, entro a publicar algo después de tanto tiempo y me doy cuenta de que la plantilla cambió. Definitivamente, tengo que entrar más seguido.
En los últimos días me dediqué a diversos menesteres: pintar las ventanas de mi casa, curarme de un corte profundo en el dedo índice de la mano derecha que todavía me duele al tipear, compartir con mi hija mi pc porque la de ella no funciona, lavar ropa a mano porque se rompió el lavarropas casi nuevo, ayudar a la criatura a preparar su valija para su viaje a Bariloche, gastar mucho dinero en cositas de último momento para el viaje a Bariloche, hablar del viaje a Bariloche, asistir a reuniones de padres de los que viajan a Bariloche e ir a despedirla cuando se fue a Bariloche.
Lenta pero inexorable, la dicha llegó: tengo vacaciones laborales y maternales ¡y la estoy pasando bomba!

viernes, 4 de julio de 2008

Observadores

A ver si alguien nota la diferencia.
Eso es todo, amigos (al menos por hoy).

viernes, 27 de junio de 2008

1 = 4

En la provincia de Mendoza se está realizando una prueba piloto en algunas escuelas secundarias que consiste en evitar el aplazo en las calificaciones del primer trimestre, con el objeto de no desmotivar desde el principio del año a los alumnos, que de otra manera verían limitada la posibilidad de aprobar la materia entera en el transcurso del año (nótese que hay una limitación y no una imposibilidad numérica).
Traducido, esto significa que si en tres pruebas tomadas entre marzo y junio el alumno obtuvo tres calificaciones equivalentes a 1 (uno), en el boletín que se entrega al finalizar ese primer período, debido a extrañas conjunciones aritméticas mezcladas con una buena dosis de demagogia, la nota final de todos modos será un 4 (cuatro). La misma puntuación se aplicará al alumno que haya obtenido 7, 4 y 1, por poner un ejemplo.
No sólo me parece una manera absurda e inconducente de ganar el favor del alumnado de nivel medio sino que además es el reflejo de una flagrante injusticia para con los que al menos intentaron aprender algo.
Quienes dirigen la educación deberían recordar que existe la vida después del colegio y que en esa vida suelen aplicarse sanciones a los malos comportamientos, salvo que el sujeto en cuestión goce de ciertas prebendas gubernamentales o judiciales. También deberían saber que lo más importante es el aprendizaje y que también se aprende de un rojo en el boletín.

Otra situación: colegio privado pequeño de nivel socioeconómico medio/alto y de exigencia académica muy elevada recibe a principios de este año una enorme cantidad de alumnos nuevos, debido al repentino cierre de una institución cercana. Los alumnos nuevos lamentablemente no logran acoplarse a los adelantados programas educativos de la nueva escuela. Los docentes se ponen nerviosos, las aulas se desbordan y comienzan los problemas de disciplina.
En una oportunidad un grupo de quinto año decide atrincherarse en el aula, bloquear la puerta y no dejar entrar al docente, sólo para molestar. El resultado: sanciones disciplinarias a los "cabecillas" de la boba rebelión (y en mi caso, discurso correctivo a la -según ella- mera espectadora también encerrada, sobre la estupidez de tal conducta, que ni siquiera había resultado divertida).
Un mes después el grupito de castigados repite la reclusión intraáulica, esta vez con la precaución de pedir a quienes no quisieran ser partícipes que se quedaran del lado de afuera (por supuesto que eso fue lo que hizo la que mora en mi hogar, so pena de que la mate por tonta). Resultado: 25 alumnos suspendidos.
Lo más jugoso está por llegar: el padre de uno de los suspendidos, abogado él, amenazó al colegio con iniciar acciones legales acusando a la institución de haber cometido la inexistente figura de privación ilegítima de la libertad de estudiar. Claro que finalmente no lo hizo. Sólo perdió el respeto de muchos y convirtió a su propio hijo en un chico peligroso que creerá que tiene derecho a todo y cuya familia avalará cualquier acción, entre ésta dentro de las normas que rigen la convivencia educativa o no.

lunes, 23 de junio de 2008

Clásico

Obedeciendo a una orden emanada del mismísimo general Juan D. Cangallo (ver comentario de la fecha en el artículo anterior), vuelvo a escribir para que no se me acuse de deserción bloggeril, pero desde ya voy avisando que sólo tengo en el día de hoy una demanda que tal vez pueda ser tildada de ingenua y liviana; y tampoco va a faltar quien me acuse de "no entender nada" -de hecho ya me sucedió- debido a mi condición de mujer (y qué mujer, qué diablos).
Va la queja: me molestaría sobremanera que Racing se fuera al descenso. No veo qué gracia tendría un campeonato sin clásico de Avellaneda. Es una estupidez festejar y es de mal gusto gastar a cuanto académico se cruce delante. Y es antideportivo.

miércoles, 4 de junio de 2008

Lo saludo, Raúl

Ayer en Roma la presidente pidió perdón por la demora en el juzgamiento a los responsables de violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura militar.
No es mi intención comentar acerca de las lágrimas que acompañaron e interrumpieron su discurso. Lo que me enoja es esa flojera de memoria que, una vez más, la lleva a erigirse en campeona -por no decir inventora- de la defensa de los derechos humanos.
La decisión política que posibilitó el juicio a las juntas militares que gobernaron desde 1976 fue tomada en 1983 por el entonces presidente Raúl Alfonsín, que cumplió de esa manera con una promesa de campaña. Esa resolución produjo un proceso legal histórico por el que se reconoce a nuestro país en el exterior y que en el plano interior profundizó la distancia entre el gobierno civil y los militares, lo que en la práctica se tradujo en nuevas amenazas al orden constitucional. Como sabemos, el Poder Ejecutivo intentó pacificar el frente interno mediante una concesión a los uniformados y envió al Congreso Nacional los proyectos de las hoy llamadas "leyes del perdón": Obediencia Debida y Punto Final.
No pretendo generar una nueva discusión sobre las ventajas y los inconvenientes de estas decisiones ni un análisis sobre el gobierno de Alfonsín en su totalidad. Mi propósito es rescatar lo siguiente, en los términos más simples y más sinceros de que dispongo: había que ser muy guapo para animarse a prometer (y cumplir) ese juicio en esa época. Y muy democrático para no resolver por decreto los planteamientos militares que amenazaban el gobierno, sino mediante el procedimiento de sanción de las leyes. Por eso me resultan sumamente injustas las palabras de la actual mandataria, la misma que confunde mal carácter con guapeza y que a esta altura no debe recordar lo que significa gobernar sin el mecanismo de leyes de emergencia que le permiten a su gestión decidir sobre los destinos de los ciudadanos sin debate parlamentario alguno.

viernes, 16 de mayo de 2008

Jodida

Te ve llegar empapada y molesta porque se te va a llenar la cabeza de rulos y, lejos de consolarte, te recuerda a cada rato lo hermoso que te queda el cabello lacio.

Se entera después de meses de tu divorcio y, aún habiéndote visto fantástica todo ese tiempo, inventa una pena que no siente y grita que no puede creerlo (lo suficientemente alto como para que todos la escuchen). En cuanto cruzás la puerta corre a preguntar detalles a los que sí sabían.

Comentás alguna vez a un tercero que el pasado fue el peor año de tu vida. Ella apura la autoreferencia para explicar por qué justamente ésa fue su mejor época.

Murió un familiar que llevaba mucho tiempo en estado vegetativo y todos a tu alrededor interpretan que eso no era vivir, que seguramente estará mejor ahora. Menos ella, claro, que de tanto en tanto profiere un falluto "¡qué dolor tan grande!".

Todo el mundo sabe de la existencia de personas malas. A nadie se le escapa que hay gente capaz de cometer actos reñidos con la ética más o menos generalizada en aras de conseguir beneficios personales. Malignos, perversos, canallas, ventajeros: no los acepto de buen grado, pero me es posible entender sus pérfidos motivos.
Lo que a mi raciocinio le resulta difícil de aceptar es la presencia de personas que actúan por pura maldad sin posterior consecución de ningún provecho. No logro comprender a qué sabe dedicar tu vida a meter el dedo en llagas ajenas. Esta práctica me resulta tan inescrutable como la mecánica ondulatoria. Y, tal como me ocurre con el comportamiento de la materia, no me enoja sino que me provoca curiosidad. Hasta ahí llega la analogía porque no creo que ninguna rama de la física pueda ser considerada correveidile, berreta y grosera.

lunes, 5 de mayo de 2008

Snobismo educativo

Escuché por radio una entrevista a una mujer que eligió no mandar a su hijo a ninguna escuela sino educarlo en su casa. Ella misma, con algunas nociones de magisterio que cursó y no terminó, prepara las clases, enseña y examina, antes de que, a fin de año, el estado intervenga y tome la prueba final que promocionará al alumno al siguiente año.
El principal argumento que esgrimió la mamá/docente para haber tomado esta decisión fue el carácter circular de este método: su hijo también le enseña. Contó a modo de ejemplo que gracias a su hijo, hoy de trece años, aprendió a editar videos en formato digital.
La contracara, en sus palabras, es que la escuela tradicional utiliza un método de aprendizaje lineal: los maestros tiran datos, los alumnos repiten, impidiendo el desarrollo normal porque "todos tenemos los conocimientos adentro, sólo hay que saber sacarlos".
No le preguntaron de qué manera podría un alumno conocer la existencia de la Revolución Francesa, de la tabla del nueve, o del Cantar del Mío Cid si, a priori, se le evita todo contacto con un sistema lineal en que un ente diferenciado del alumno (sea un maestro o, por caso, un libro) proporcione esa información.
Durante toda la escolaridad de mi hija en algunas oportunidades me ha parecido que los métodos de enseñanza son anticuados, que no siempre se enseña a investigar primero y formular la teoría después y que muchas veces se desaprovechan las posibilidades que brindan la tecnología y la literatura tradicional. Y yo sí creo en el valor de la acumulación de datos, al menos en algunas materias. Pero jamás se me hubiera ocurrido que fuera mejor para nadie evitar la escuela en lugar de tratar de mejorarla.
La entrevistada no contó de qué manera un chico que no concurre a clases aprende a socializar con sus pares si no ha compartido nunca un recreo, un raspón en las rodillas, una penitencia o un paquete de galletitas. Y también me quedé con las ganas de saber cómo se reemplaza la noción de autoridad, porque, mal que les pese a los anarquistas, la verticalidad existe, aún después de la graduación.
En definitiva, la escolaridad en casa me parece una estupidez. Pero es sólo mi opinión.

martes, 15 de abril de 2008

Volveré

En respuesta al requerimiento de aparición de mi persona, paso a contar que hace días que tengo ganas de escribir algo decente -como ese relato sobre el taxista que casi nadie leyó pero a mí me gusta mucho- y no me sale nada por dos motivos: 1- mi vida está un tanto monótona y no me está proporcionando anécdotas dignas de ser contadas; y 2- estoy muy ocupada (no, no es contradictorio: estoy ocupada con asuntos monótonos) y tengo la cabeza llena. Necesito desfragmentación mental con urgencia.
Nos veremos cuando lo haya logrado. Hasta entonces, seguiré molestando con comentarios en blogs ajenos.

sábado, 29 de marzo de 2008

Yo contra sus métodos

Me decidí un poco tarde a expresar mi opinión sobre el discurso que la presidente Cristina Fernández de Kirchner ofreció el pasado jueves. Probalemente ya a nadie le interese, pero quiero dejarla plasmada acá, aunque más no sea para no olvidarlo.
Quiero recordarme a mí misma que en su alocución la Presidente demostró ser una máquina de decir gansadas y de mentirnos en la cara. Que no parecen entender mucho de campo ni ella ni Lousteau ni Moreno (no digo que yo entienda, pero escucho explicaciones coherentes de los que sí lo hacen); y que alienta una división en que solamente unos pocos comprenden bien de qué lado está (del de ella misma).
Estoy harta de escucharla hablar del género, me da vergüenza ajena. No todas las señoras paquetas gritaban contra la imposición del sistema de retenciones sino quizás contra un aumento desmesurado. No siempre se distribuyen esas ganancias entre el pueblo siendo que no son coparticipables. La protesta del campo no es de naturaleza política sino económica. Los productores a la vera de las rutas no son terratenientes oligarcas. Y si bien el final el discurso tuvo un tono más conciliador, no puedo evitar pensar que si esas mismas palabras hubieran sido las del martes anterior, probablemente los vecinos no se hubieran volcado a las calles. Pero, por supuesto, es impensable que este gobierno, con el nivel de soberbia que maneja la primera mandataria, efectúe jamás una autocrítica.
En ningún país serio se ha visto que el gobierno utilice al partido, arrastrando a una manga de aduladores a sueldo con parafernalia ad hoc y que se dedican a vivar cada palabra para hablarles a los ciudadanos, en lugar de usar la cadena nacional o la sala de prensa de la Casa de Gobierno. Y no creo tampoco que sea común en un país no bananero que el alma mater de la fuerza de choque rompe-protestas ocupe un lugar de privilegio en ese acto.
Retenciones sí o no y en qué porcentaje, es otro asunto. Tengo mi propia visión y no voy a exponerla acá. Pero sí quiero decir que los métodos que utiliza el gobierno para construir lo que sólo ellos llaman diálogo me parecen abominables y que así no se delimitan políticas a futuro.

miércoles, 5 de marzo de 2008

Noticia bomba

Esta tarde, poco antes de las cuatro, los canales América 24, TN, C5N y Crónica TV emitían en vivo al presidente de Venezuela conferenciando ante un colmadísimo auditorio que lo vivaba en un prolijo teatro. Los que pasaban frente a los televisores se quedaban esperando alguna referencia al conflicto que Chávez azuza desde sus micrófonos.
La transmisión duró, hasta donde le presté atención, unos diez minutos, y sólo en el último TN se decidió a pasarlo a un cuadrito subsidiario en el margen inferior derecho de su pantalla. Los demás seguían, vaya uno a saber por qué. ¿Se habrían dormido, estarían aprovechando para tomar café? ¿Habrían ido al baño? Porque el aburridísimo y para nosotros intrascendente evento que los canales cubrían en directo era el cierre de las Jornadas Nacionales de Capacitación Docente y la presentación del Nuevo Currículo Bolivariano y el presidente venezolano no hizo mención en absoluto a la República de Colombia.
No sé muy bien por qué me quejo, al menos no eran ballenas varadas en Australia, que es un clásico de los supuestos canales de noticias.

martes, 19 de febrero de 2008

Imprudencia

Eran tres adolescentes que se reían como tontas mientras decidían si cruzaban o no la avenida Santa Fe con el semáforo recién abierto. Las había visto un momento antes de que finalmente se animaran y, en una milésima de segundo, tuve la sensación de que iba a suceder.
Se lanzaron a la carrera y zigzagueando cuando el tránsito se acercaba peligrosamente rápido y, efectivamente, sucedió. Uno de los autos la tocó apenas -supongo que las vio a tiempo y venía frenando-, la levantó un poco del suelo y la chica cayó al pavimento de costado después de haber golpeado su cadera contra el capot. Hizo ruido al golpear y alguien gritó.
Afortunadamente se levantó al instante y, de manera increíble, salió corriendo a toda velocidad seguida por sus amigas que le preguntaban a los gritos si estaba bien. Al mismo tiempo, toda la fila de autos se detuvo y desde alguno surgió un insulto. En dos segundos desaparecieron, los vehículos reanudaron su marcha y toda la escena se esfumó.
Me llevó unos segundos más darme cuenta de que mi hija, que me acompañaba, estaba paralizada. Tardé un rato más en volverla a la realidad y explicarle que probablemente la única consecuencia que iba a sufrir esa chica serían unos cuantos dolores musculares.
Demoré algo más en recordarle que no se debe jugar con la propia vida, que lo que hicieron esas criaturas fue un acto de tremenda imprudencia que pudo haberles costado muy caro. A ellas y al pobre conductor, que seguramente no olvidará con facilidad la tarde de ayer.

viernes, 8 de febrero de 2008

Rebecca

Rebecca mide algo menos de un metro y medio. Es una de las pocas personas adultas que debo mirar hacia abajo aún estando descalza. Es rubia, bonita y muy prolija; siempre está bien maquillada y con atuendos coloridos. Jamás la vi sin sus aros de brillantes, aunque anduviera con ropa deportiva. A veces trae un bolso y una raqueta porque vuelve del club. Una vez me contó que ya no compite porque se rompió los ligamentos hace unos años, pero juega ocasionalmente, cuando algún amigo se prende.
Aunque vive sola, los domingos al mediodía recibe a sus amigas, de modo que es frecuente verla entrar cargando bolsas de supermercado con víveres para cocinar y -le encanta decirlo- la infaltable botella de malbec.
Cuando nos cruzamos en el ascensor nos quedamos tanto tiempo hablando que tenemos que cerrarlo y permanecer en el pasillo para que la alarma no acabe con los oídos de los otros vecinos. Me ha contado que es odontóloga, que tiene su propio consultorio y también trabaja en un hospital, por pura vocación. Llega tarde y cansada, pero siempre aclara que no hay nada que un trago y una buena película en la cama no reparen. Ha elogiado mi delgadez pero me aclaró que no me excediera porque "se te caen las lolas, viste?".
Hace unos meses se desató en nuestro edificio una especie de culebrón pasional, cuando fueron encontrados en el sótano, en flagrante delito, la encargada suplente y el chico de vigilancia de los sábados. Cincuenta y pico, ella; veintiuno él. El administrador se deshizo de ambos con premura, claro, pero el arrebato de pasiones fue la comidilla de las viejas durante unos cuantos días. En una ocasión me vi envuelta sin desearlo en una de esas reuniones ad hoc. Varias veces traté de saludar y seguir mi camino y no lo logré, hasta que en un momento, con mi objetivo casi cumplido y mi mano en la puerta de salida, Rebecca me tomó del brazo y me dijo: -Decime, nena, ¿vos tenés algún problema con la palabra "coger"?-. Le contesté que no tenía problemas con ninguna mala palabra, que las decía a cada rato. Entonces, Rebecca se dio vuelta y les espetó a las otras asistentes al corrillo: -¿Ven, manga de jovatas, que no es tan terrible? Eso era exactamente lo que estaban haciendo Olga y Ariel: co-gien-do. Qué tanto, al pan pan y al vino vino.-
Ochenta años tiene, Rebecca, y es la viejita más graciosa y canchera que conozco.
¡Quiero llegar así!

domingo, 13 de enero de 2008

No Meme

Meses zafando y al final Desirée me contagió la famosa lista de ocho cosas que me niego a llamar "meme" (es que suena tan feo). Después de dos días pensando acerca de qué tema tocar, me decidí, de modo que acá van mis ocho, que en realidad no son cosas sino personas que me marcaron de diferentes maneras, sin ningún orden cronológico ni de importancia.


1- Mi mamá: es una buena persona y la quiero pero toda mi vida he actuado de manera completamente diferente con el fin de no convertirme jamás en la persona depresiva que es.

2- Mi hija: no es ni por asomo una adolescente de libro. Tiene una visión universal de las cosas que me sorprende y me fascina; y debatimos y analizamos su, mi y nuestras vidas de una forma amena y sin dramas, sin olvidar que somos madre e hija y no amigas.

3- Una profesora de Historia de 4to año del secundario, que nos enseñaba la conquista española en América separándonos en dos grupos y pidiendo que argumentáramos a favor y en contra. Terminábamos a los gritos, pero fueron experiencias riquísimas.

4- El primer hombre que me hizo sentir linda y sexy, que cambió mi vida para siempre.

5- Mi papá: su practicidad y carencia de dramatismo aún ante situaciones difíciles contagia. Simbólicamente, digamos que se restriega las manos y pregunta por dónde se empieza.

6- Mi amiga M: en contraste, su impulsividad hace que mi excesivo raciocinio parezca indecisión. Y su falta de sentimiento de culpa me hace sentir exageradamente culposa. Si pudiéramos hacer una sola persona de las dos, tendría un carácter perfecto.

7- Mi amiga L: aún con una situación familiar complicada dispone de su tiempo como se le canta, y así y todo siempre tiene un lugarcito para mí, aunque tenga que aguantarse historias sobre hijos y colegios sobre las que no puede aportar nada. Me conoce absolutamente.

8- Un hombre, él sabe por qué.


Le paso la posta a Stella.

viernes, 11 de enero de 2008

Realmente Cursi

La película me encantó, la vi un montón de veces, si enciendo el televisor y está la dejo aunque más no sea un ratito, aun si lo que estuviera esperando ver en principio fuera el inicio de la tercera guerra mundial en vivo. Pero la primera vez, cuando tuve que apersonarme en mi videoclub amigo munida de la recomendación pertinente y pedirla, me dio vergüenza.
¿Qué necesidad hay de bautizar a una comedia excelente, con actores de primera y aceitado guión, con el horroroso título de "Realmente Amor"? Existe una especie de prejuicio que indica que este filme sería uno de los denominados "para mujeres", seres que contarían entre sus virtudes con una suerte de sensibilidad especial al vocablo "amor".
Pues bien, señores, yo soy mujer y reconozco una cursilería cuando la veo. Y ese título, señores, es definitiva y completamente cursi.
No todas las exponentes del llamado sexo débil se conmueven de la misma manera ante la mención de la citada palabra. Por femeninas que seamos (lo soy y no reniego de eso, bien orgullosa que estoy) no necesariamente se nos aflojan las patas así como así ante la aparición de cachorritos de diferentes especies, bebés, voladitos y objetos diversos de color rosa.
Si no me creen, alquilen "Cómo perder a un hombre en diez días" y lo van a entender.
Y por favor, ya que están, cámbienle el nombre a ésa también.
He dicho.

miércoles, 2 de enero de 2008

Fatiga de los materiales

Tenía intenciones de publicar algo sobre el intento de rescate de tres de los rehenes secuestrados por las FARC. Lo juro. Hace días que intento escribir algo interesante sobre alguno de los tantos temas acerca de los cuales opino de manera oral durante todo el día. Pero no sé por qué (será este calor agobiante, será la resaca mental posterior a las malditas fiestas) cuando llego a casa me quedo en blanco. Y desde ayer tengo un motivo más:

¡¡¡SE ME QUEMÓ EL MONITOR, LPMQLRMP!!!

Aunque usted no lo crea, dijo Ripley (o Jack Palance).
Usted no me lo va a creer, dijo Fontanarrosa.
Creer o reventar, dice la sabiduría popular.
Harta de escribir en este tecladito de m...da de la notebook que me resulta incomodísimo, los despido hasta el próximo monitor.