jueves, 23 de agosto de 2007

Señor Tachero

Harta de esperar en una esquina de la calle Corrientes a que alguno viniera vacío, y después de casi meterme en uno que me paró delante y en el que cómodamente venían apoltronadas dos viejas que me miraron escandalizadas como si estuviera por asaltarlas, subí a un taxi que ya de lejos parecía sucio. Llevaba mi ya por demás pesada cartera, uno de mis abrigos en la mano (porque hoy también le pifiaron al pronóstico y sí hizo calor, no como ayer que se me congeló hasta el vestido finito aguardando los anunciados 20 grados), una bolsa enorme con un regalo y una bolsa de supermercado llena de galletitas de esas que al más mínimo contacto con otro elemento sólido se convierten en miguitas.
Me metí como pude en el 504 con asiento bajito por el exceso de uso y al toque mi olfato comprobó que la vista no me había engañado: olía como el zoológico, zona elefantes, pero un poco más ácido. Venía de un día de mierda, de un trabajo que otrora me encantaba y que por obra y gracia de algún jefe se ha convertido en un letargo insoportable donde no pasa nada -y que de todos modos no voy a dejar porque tengo esperanzas de que vuelva a ser lo que fue, porque me proporciona un sueldo más que digno y porque a los 40 estoy grande para empezar cualquier otra cosa que me guste-, de una discusión con alguien a quien quiero y cargaba un dolor de cintura matador que se me representa como si te estuvieran clavando la famosa peridural que no he tenido el gusto de conocer, pero que sospecho debe doler como la gran puta.
A mi "Buenas tardes" el señor tachero me contestó "Qué hacés", lo cual ya me dio mala espina de confianzudo, pero que después matizó con un amable "¿Podés con todo? Te cierro la puerta" que calmó la ansiedad que comenzaba a subir lentamente desde mi estómago.
Después de darle la dirección hundí la cara en mi celular para contestar un mensaje de texto y fue en ese momento cuando el señor comenzó su disertación: recién me crucé, así de auto a auto, viste, con un muchacho amigo, Cacho, que está en tal empresa de radio taxis, pero lo están matando, viste, paga 180 pesos por día y no es cuestión, así no puede vivir uno, qué esperan ésos, que uno les trabaje gratis, en cambio yo acá pago 120, tá bien que mi auto es más chico, él tiene uno de esos Volkswagen tipo lancha, viste, no te acordás de cómo se llaman? ése grande, largo, ¿cómo era? bué no importa, total que le aconsejé a Cacho que se venga para acá, viste, son buena gente, y ya lo llamé a Alejandro, recién lo llamé, mirá, justito antes de que te subieras, qué casualidad, lo llamé a Alejandro, el gerente es, Alejandro, y le dije: mirá que te va a llamar Cacho a ver si lo pueden tomar, porque donde está lo están matando, 180 pesos por día le cobran, no es cuestión, viste, y me dijo, Alejandro, que sí, que Cacho lo llame a la casa de parte mía, que no hay ningún problema, pero lo único, eso sí, que lo llame después de las 10, porque antes no llega a la casa, pobre, la verdad que trabaja un montón, y tres nenas tiene, y así que ahora lo tengo que volver a llamar a Cacho para avisarle, porque acá son 120 de lunes a viernes, 100 los sábados y los domingos y feriados te quedan para vos, viste, es otra cosa, y mirá vos, qué boludo, ahora me doy cuenta de que no le pregunté a Alejandro el teléfono de la casa porque se mudó hace poquito y yo lo llamé al celular y no lo sé el de la casa nueva, bué, no importa, ahora lo llamo de nuevo y le pregunto, así le aviso a Cacho y qué me decís? ah! en ésa teníamos que doblar? bué no importa, ahora agarro la paralela que aparte está menos cargada, viste, menos bondis, mirá vos, así charlando charlando ya llegamos, hicimos rápido, no? siete con cincuenta, más chico no tendrías? es un problema esto del cambio, chau, que termines bien el día.
Creí que con cruzar la calle y absorber un poco de aire fresco me iba a reponer del calor interno, del creciente dolor de cabeza y de los dos "mmh" y el "ah" que, por amabilidad, me había visto obligada a contestar, pero me esperaba otra sorpresa: estaban arreglando el ascensor.
Noventa y seis escalones después abrí la puerta de mi hogar y me encontré con cuatro adolescentes estudiando química en mi cocina, así que, una vez recuperado el aliento, besito a cada uno y a encerrarme a escribir estas líneas, por fin a solas y en silencio y, ahora sí, con las lágrimas a flor de ojo.

7 comentarios:

jorge gómez dijo...

Uno es un gruñon. Un arisco con una vida construida alrededor de la defensa de la privacidad, el silencio y los mundos interiores.
En ese marco, compartir el mìnimo espacio de un auto con un desconocido charlatàn y tachero es decididamente una tortura.
Estoy con vos en este momento de tristeza. Algun dìa mereceremos choferes silenciosos, y no esos invasores boca abierta queporquenosemetenlalenguaenelculo.

no tan iguales dijo...

Aunque uno sea sociable, Jorge Luis R. y tantos como él deberían darse cuenta al primer "mhm" de que el otro no tiene ganas de hablar.
Gracias, Adivinador.
Ley de Choferes Silenciosos YA, jaja.

Anónimo dijo...

Por lo que se puede leer Ud. tuvo un muy mal dìa, pero algo me dice que no debería ponerse mal por tonterias y disfrutar a pleno las alegrias que tiene y que deben ser muchas.
Si pequé de intrometido, pido disculpas.

Mesiguelaside dijo...

La aneda del tachero me recordó inmediatamente a la cara de la maestra de Manolito cuando terminó de leer la composicíón sobre la primavera: "La primavera agarra y empieza el 21 de septiembre..."
Qué decir... pero qué suerte que esas fueron tus "penurias" ese día. No es para conformarse porque es lógico que uno sufra con las cosas que le pasan a uno pero con que miremos un poco más allá de la punta de nuestra nariz o levantemos la vista del ombligo, será muy evidente advertir que la gran mayoría de nuestros compatriotas viven diarios calvarios un poquito más terribles que la ausencia de Channel Nº5 en el 504.

no tan iguales dijo...

G: no me trates de frívola, que la que tenía ganas de llorar era yo. Y no me quejo de la ausencia de Channel, me quejo de la falta de higiene, carajo.

Diego F. dijo...

Me agarró un poco de desesperación de sólo leer lo que te pasó en tan poco tiempo. Igual sólo quería acotar algo que quizás te sirva en referencia a una frase en la que decís que "a los 40 estoy grande para empezar cualquier otra cosa que me guste". Un compañero mío (de banco) en la UBA cuando cursaba el cbc tenía 56 años y estaba entrando para ser agrimensor (que ganas que hay que tener para estudiar eso eh) y lo hizo a pesar de su vida ya establecida y andando sobre los rieles de la rutina y la supervivencia sólo porque no se quería resignar a que el tren sólo vaya por inercia (palabras textuales). Quizás eso me dio el aliento para a esta altura (30 en mi caso, pero bien establecido dentro de mi profesión) volver a anotarme en una carrera absolútamente diferente a lo que me da de comer y donde supuestamente debería
seguir escalando. Bueno, sólo eso.

Saludos

no tan iguales dijo...

Gracias, Diego, lindas palabras de aliento. No he descartado la idea de hacer algo diferente cuando tenga más tiempo libre, pero igual no creas que estoy chacabuca y resignada, lo que no podría dejar es mi sueldo, esa es la parte práctica.